En Chile, algunos centros médicos hicieron notar el peligro a los trabajadores de la salud, que serían los primeros en ser vacunados para luego continuar con la población más vulnerable, las mujeres y embarazadas de más de 13 semanas de gestación; niños de entre seis meses y dos años de edad; mayores de 65 años; enfermos crónicos y a la población escolar de dos hasta 14 años en las zonas devastadas por el terremoto. Es decir, al terremoto se iba a sumar la vacuna. Polonia rechazó comprar la vacuna ante la evidencia de que los laboratorios productores no se hacían responsables de enfermedades y muertes que pudiera producir. Una de las cláusulas del contrato, que despertó sospechas, decía que nadie podría demandar a los laboratorios por daños y perjuicios atribuidos a la vacuna, que extrañamente ya estaba preparada cuando se anunció la pandemia. En realidad experimentarla y poner en venta una vacuna viable lleva años. ¿Era una vacuna o un instrumento de muerte? Tiempo antes, el supermillonario Bill Gates, "monstruo" de la informática y no sólo de ella, alabado como gran inteligencia y envidiado por tantos, había hecho un generoso aporte para preparar vacunas, pero luego confesó que se trataba de un intento por reducir población, ya que en su concepto hay demasiadas personas (indeseables) en el mundo. Una vez que comenzó la vacunación masiva, médicos del Canadá pidieron detenerla porque advertían una avalancha de pacientes con efectos secundarios graves. La vacuna fue recomendada por la Organización Mundial de la Salud, que tiene el aspecto de una institución segura, ajena a las influencias comerciales, sin fines de lucro. Pero hay fuertes sospechas de que algunos de sus consejeros están a sueldo de los laboratorios que hacen costosísimas propagandas de sus productos en todo el mundo y que son responsables de la caída de muchos gobiernos, como el de Arturo Illia en la Argentina. Los problemas con la vacuna se hicieron evidentes de inmediato en Noruega, donde se advirtió que 79 "inmunizados" habían perdido por daños nerviosos irreversibles los sentidos del gusto y del olfato.
Como el 0,000068 por ciento de la población mundial murió por la gripe porcina, cuyo origen se estableció estratégicamente en el Oriente, el porcentaje de víctimas que produjo la inmunización fue mayor. Al ver cómo venían las cosas, el gobierno de Suiza prohibió aplicar la vacuna a mujeres embarazadas, jóvenes y viejos, y la Organización mundial de la salud, reaccionando de a poco a las consecuencias de sus actos, recomendó no vacunar a niños menores de 10 años. Es decir: no vacunar a trabajadores de salud, no vacunar a sectores vulnerables, no vacunar a escolares ni a embarazadas ni a niños ni a viejos. No vacunar a nadie, pero sin prohibir la vacuna porque el negocio no lo permitía. En Italia y en Francia los médicos rechazaron la vacuna ante la evidencia y en Suiza tampoco las enfermeras quisieron aplicársela cuando serían las primeras en ser "protegidas". En Italia un grupo de defensa del consumidor presentó una demanda por casi 10.000 millones de euros ante la certeza de que se estaba frente a un fraude monumental. La demanda incluía la muerte de miles de norteamericanos "vacunados", a los que la vacuna no los había defendido de la enfermedad sino que por el contrario, posiblemente los había matado. Mientras esto ocurría en los Estados Unidos, en Canadá los informes médicos registraban casos de muertes, derrames cerebrales y parálisis, atribuibles no a la gripe, sino a la vacuna contra la gripe.
Otro de los efectos de la vacuna, que parece diseñada a propósito, son abortos en embarazos normales. Todos los datos se conocen por fuentes extraoficiales porque oficialmente los países se mantuvieron silenciosos debido a contratos que tienen con los laboratorios, si no son cómplices de ellos. Como la gripe A es una enfermedad suave, que estaba lejos de justificar tamaño revuelo, la Organización Mundial de la Salud, antes de entrar en la última de las fases de la pandemia, la seis, cambió la definición de modo que no fuera necesario que haya muertes para decretarla y justificar la vacunación masiva, que es lo que se quería. La ministra de Salud de Polonia, Ewa Kopacz, fue la única funcionaria de su rango que rechazó la vacuna para su país (a pesar de las enormes presiones), en vista que los fabricantes establecieron en el contrato de compra-venta que se les eximiera de responsabilidad, no haciéndose cargo de los posibles efectos secundarios y muertes que ocurrieran en la gente vacunada. Autoridades de Consejo de Europa para la Salud dijeron haber descubierto que la pandemia de "gripe porcina" fue un engaño ideado por las compañías farmacéuticas en connivencia con la OMS para obtener grandes beneficios, poniendo en peligro la salud pública. El presidente saliente de comité, Wolfang Wodarg sintetizó: "la pandemia de gripe A fue un engaño de las farmacéuticas con la Organización mundial de la salud", que por el lucro se convirtió en fuente mundial de enfermedad. Wodarg dijo que los gobiernos fueron "amenazados" por grupos especiales de interés de la industria farmacéutica, así como de la Organización de la Salud, para comprar las vacunas y administrarlas a la población sin razón científica razonable. En países como Alemania y Francia sólo el seis por ciento se la colocó a pesar de haber suficientes dosis como para cubrir al 90 por ciento de la población. El ex funcionario europeo dijo que se alarmó cuando la Organización mundial de la salud se apuró a declarar la pandemia sin motivo, ante pocos casos leves en México, contra lo que está prescripto y contra lo que venía haciendo en otros casos. La Organización Mundial de la Salud le entregó a un grupo selecto de compañías farmacéuticas el monopolio de la producción de vacunas. "Es su truco, siempre tratan de monopolizar algo y pagamos mucho más por ello". Los funcionarios de la Organización Mundial de la Salud están exentos por su pertenencia a una entidad mundial de todo castigo legal, ya que no los alcanzan las leyes nacionales. De todos modos hay agrupaciones que buscan identificarlos para aplicarles las sanciones posibles. Una vez que en el primer mundo se advirtió lo que pasaba con la vacuna y sus promotores, pasó lo mismo que con las pasteras de Finlandia: fue exportada al Tercer Mundo. Grandes cantidades de vacunas no utilizadas están siendo objeto de dumping al tercer mundo, y otros países simplemente tratan de seguir adelante con los programas de vacunación a pesar de que se ha demostrado que el virus no es una gran amenaza. "Los japoneses compraron vacunas para 110 millones de personas y no pueden romper el contrato por lo que están ahora en un grandísimo dilema político porque la población sabe que no es necesario vacunarse", dijo Wodarg El gran engaño
Un experto que pudo ver el problema desde dentro de los laboratorios, ya que fue contratado por ellos. El médico canadiense Shiv Chopra, explicó que no ha habido nunca una vacuna de la gripe que haya funcionado. "De la gripe porcina, ni siquiera sabemos si existe". El término "gripe porcina" en sí, es un nombre equivocado. Al igual que la gripe aviar, son enfermedades inventadas. Las dos pandemias son un engaño. "Han tratado de engañarnos durante estos últimos 10 años, primero lo intentaron con la gripe aviar, y luego, como no hubo éxito, con la gripe porcina". Chopra recuerda que de la gripe aviar se pronosticaba que mataría a dos millones de norteamericanos, con el propósito de meter miedo, pero luego quedó en claro que eran solo palabras. "Por eso escribí el libro "El Gran Engaño de la Gripe Aviar". La gripe porcina se llamaba gripe española en Francia y gripe francesa en España, como la sífilis en otra época, pero finalmente el nombre se unificó en gripe porcina, que derivó a su vez en otro más "científico" formado por una combinación tipo "clave" de números y letras. Como la gente no conoce el significado de la N ni la H en el nombre, los llena con miedo. Ya en 1976 se anunció una epidemia de gripe porcina, que no se concretó. Chopra recordó que tras la muerte por causas desconocidas de un infante de marina norteamericano se corrió la voz de que habria una pandemia que mataría a millones y hubo la decisión de evitar que llegue a los Estados Unidos. "Entonces contrataron a Merck para producir una vacuna de la gripe porcina para cada uno de los habitantes de EEUU. La población de este país en ese momento era de 250 millones, por lo que se necesitarían 250 millones de dosis. Entonces yo me encontraba en Canadá. Estaba trabajando en estos asuntos, y tuvimos una reunión de alto rango. ¿Qué vamos a hacer? Le preguntamos a Merck y Merck nos dijo: "No tenemos suficiente vacuna. Sólo tenemos para los estadounidenses. No tenemos para vosotros". Por tanto, Canadá corrió de un lado para otro para comprar la vacuna. Teníamos una empresa en Toronto, "Canadá Laboratories", que fabricaba insulina. Ellos dijeron: "No podemos fabricar la vacuna pero podemos conseguirla de Glaxo" (otro laboratorio). Así que propusimos un contrato por 21 millones de dosis porque la población de Canadá era entonces de 21 millones. Preparamos un contrato. Yo estaba presente en esa reunión y dije: "Vamos a considerarlo seriamente, ¿de verdad es necesario?" Dije que en 1968 vivía en Inglaterra, cuando esa epidemia ocurrió allí. El gobierno de Inglaterra decía que no tenían suficiente vacuna, que sólo habría para ejecutivos superiores y personas importantes. Debido a que yo trabajaba en una compañía farmacéutica como ejecutivo superior, me ofrecieron la vacuna. Pero no la acepté. Me marché de allí y en esta reunión de Canadá de 1976 dije que no me puse la vacuna. Lo curioso es que me enfermé sólo una vez. Las personas que se pusieron la vacuna se pusieron enfermas dos veces: la primera vez por la vacuna, y la segunda por la gripe porque la vacuna no los protegió". Chopra afirmó rotundamente, y recalcó esta palabra, que nunca se han hecho estudios con las vacunas salvo la de la varicela. Finalmente, el especialista hizo notar que algunas variantes de la vacuna se instalan en la nariz, lo que significa virus vivo. "Si estás poniendo una gota en la nariz como si estás poniendo una gota de polio en la boca, ésas son las puertas de entrada para que un virus vivo pase a tu cuerpo. Si el virus está vivo, entonces lo que estás haciendo en realidad es quizás crear una pandemia con lo que sea que hayas fabricado en tu laboratorio". La filantropía reduccionista de los millonarios
Warren Buffet gasta parte de lo que gana con la Coca Cola y con su industria textil en Nueva Inglaterra en promover el control de la población mundial. De paso, descarga impuestos. Acaba de proponer que los ricos paguen más impuestos para salvar la economía norteamericana. Como ha decidido ya muy anciano consagrar su dinero a la "caridad", cada billete que tome ese camino será descontado de sus contribuciones al Estado. Su fortuna ronda los 30.000 millones de dólares. Financia la píldora abortiva RU 486. Gracias a sus aportes, la Family Health International (FHI) desarrolló una droga conocida como quinacrina hidroclorida, que con el pretexto de combatir el paludismo desarrolla esterilizaciones químicas en las mujeres que la consumen. Insertadas en la parte superior del útero, las tabletas de quinacrina se disuelven en un poderoso ácido que quema la parte superior del útero y las trompas de falopio. La FHI probó la quinacrina como un agente esterilizador desde 1976; pero un rechazo posterior con recomendación de estudios rigurosas hizo que Buffet hiciera nuevos aportes. Con su droga, el gobierno vietnamita esterilizó a miles de mujeres pobres sin su consentimiento ni conocimiento. El método Buffet fue prohibido en la India, pero de todos modos se las arregló para aplicarlo a miles de mujeres pobres y analfabetas. Buffet también financia organismos abiertamente abortistas como la National Abortion Rights Action League (Naral), el Center for Reproductive Law and Policy, y Pathfinder International. Además, financia las actividades de la cadena Planned Parenthood para practicar abortos. Buffet, según sus críticos, tiene un temor maltusiano a que el crecimiento de la población en el Sur cree problemas de alimentación, de vivienda y de supervivencia humana en el Norte. Bill Gates aportó a una fundación alemana dedicada a reducir la tasa de crecimiento de la población mundial. También a una organización dominicana que lleva adelante programas de esterilización que el arzobispo de Santa Domingo comparó con el accionar de los escuadrones de la muerte. Financió un instituto peruano que con anuencia el gobierno aplicó una campaña de esterilización masiva entre los indios y campesinos pobres. Algunos de sus críticos hacen notar cierta duplicidad en él. Por una parte, financia campañas para producir vacunas contra enfermedades infantiles, que podrían salvar a millones de niños por año; pero por otro dice que si sus planes de aborto e infertilización tienen éxito, la población de la tierra disminuirá el 10 o el 15 por ciento. Quizá no haya tal contradicción. Los niños de Bill Gates (no sus propios hijos, por supuesto) serán adultos infértiles gracias a sus vacunas, con la promesa de estar alimentados y quizá hasta educados. Bill Gates expuso de modo algo críptico la idea de que las nuevas vacunas, objeto de su filantropía como él la entiende, pueden ayudar a reducir la población mundial, ya veremos que de pobres. Porque si algo está estragando el mundo y poniéndolo en condiciones irreversibles de deterioro, es el consumo descontrolado de recuros y energía de los países ricos, no de los pobres. La Organización Mundial de la Salud (otra vez) suministró en la década del 90, cuando el hecho fue denunciado, y no se sabe qué hace ahora, vacunas contra el tétanos y la difteria a niñas y mujeres pobres, porque sólo a ellas iba dirigido su programa. Pero el Instituto de Inmunología de Nueva Dehli, en la India, descubrió que esas vacunas incluían "de contrabando" la hormona coriónica gonadotropina humana (hCG). Se trata de una hormona necesaria para mantener el embarazo. El cuerpo femenino la produce naturalmente durante la preñez, pero la inyección de la vacuna del tétanos junto con la hormona provoca una respuesta autoinmune en contra de la hCG que produce el cuerpo de la mujer. No solo Gates financiaba este "tratamiento" para pobres, otra institución benéfica se sumó: la Fundación Rockefeller. Gates no era contradictorio: las vacunas salvan vidas y por ese camino podría mejorar la salud y aumentar la población, pero estas vacunas "especiales" esterilizan a personas indefensas e ignorantes, y por esa vía, como quiere Bill, la población puede disminuir, pero no la que perjudica con emisiones tóxicas y con expoliación descontrolada de recursos, sino la que puede convertirse en un peligro para privilegiados como él. Gates es autor de una fórmula que pone la cantidad de anhídrido carbónico enviado a la atmósfera en función de la población mundial. Están cuantificados la cantidad de gas del efecto invernadero, el número de habitantes del planeta, el número medio de servicios por persona y la candidad media de unidades de energía y la cantidad de gas emitida por unidad de servicios. Es decir, todas magnitudes relacionadas con el consumismo, pero ninguna con los derechos humanos, por ejemplo. La fórmula es: C02 = k.P.S.E.C. Es matemáticamente sencilla: una constante (k) seguida por los factores multiplicados, todos a la primera potencia, en función lineal. P es el número de habitantes del planeta, S el número medio de servicios por persona, E la cantidad media de unidades de energía por servicio y C las unidades medias de CO2 emitidas por unidad de servicios; CO2 es la cantidad de dióxido de carbono emitida por la totalidad del planeta en un año. Se trata de una aplicación elemental de lo que en física se conoce como "análisis factorial", que busca vincular variables totalmente empíricas que se deben determinar experimentalmente a través de una constante k cuya función es hacer consistentes las distintas magnitudes físicas que corresponden a las variables. Otra fórmula del mismo tipo, pero "celestial", no lesiva y menos sujeta a experimentos es: S = n.f.p.v.l, que el astrónomo argentino Carlos Varsavsky ideó para tratar de averiguar si hay vida en el Universo fuera de la Tierra. S es el número de probables sociedades inteligentes, n el número total de estrellas, f la fracción de ellas que pueden tener planetas, p el número total de planetas, v la fracción de planetas donde pudo desarrollarse vida y l la fracción de ellos donde pudo desarrollarse inteligencia. Gates parece incurrir con su fórmula en un altuismo contrario a sus intereses. Porque si P, la población, se pone en función de CO2, su disminución redundaría en una merma proporcional de la venta de los programas de Microsoft, salvo que los pobres del África no compren sus productos. Laboratorio humano
En 1995, la BBC emitió un programa llamado "El laboratorio humano", que se refería con todo detalle a un hecho similar en Las Filipinas, aunque antes y después se han informado en muchos países del "tercer mundo". El narrador entrevistaba a una empleada de salud. Le preguntó: "hay varios programas de investigación alrededor del mundo analizando la vacuna contraceptiva ligada a la del tétanos que crea una respuesta autoinmune. La vacuna contiene Beta hCG, parte de una hormona necesaria para el embarazo. Esta Beta hCG estimula anticuerpos por lo que si un óvulo de una mujer es fertilizado su propia hormona hCG será destruida y el embarazo no tendrá lugar". La respuesta de la mujer fue: "empecé a sospechar que eso es lo que ocurría aquí en Filipinas. Han contaminado los viales del toxoide del tétanos con la hormona Beta hCG. La única forma en que yo podía asegurarme de que no habían hecho esto era examinar los viales, pero no era fácil que yo pudiera verlos. Narró que consiguieron dosis a través de una monja que trabajaba en la clínica y sacó muestras a escondidas. Las envasaron con hielo y las mandaron a laboratorios independientes. "Tres de esos cuatro viales registraron positivo en la hormona hCG, por lo que mis sospechas fueron confirmadas de que aquí en nuestro país no sólo están dando vacunas del toxoide del tétanos normales, sino que éstas también son anti-fertilidad". Obsérvese cómo quienes sospechan y tratan de encontrar la verdad deben actuar como ladrones, a escondidas del gobierno que debiera protegerlos. Pero en realidad deben protegerse del gobierno, de la Organización Mundial de la Salud que patrocina estos programas, un poco más lejos de los millonarios que los financian dando sus nombres, quizá por estar convencidos de lo que hacen, y posiblemente de otras fuentes de poder que les sugieren vías de acción sin dar la cara. Los virus de Gates y otros como él
Bill Gates ha mostrado lo que considera "una preocupación legítima" por el controlismo, nombre que tiene la aplicación de la ciencia a la reducción de la población humana, que no pasa por ahora de una ideología maltusiana y discriminatoria. Robert Malthus publicó en nombre de la ciencia económica su "Ensayo sobre el Principio de la Población" en 1798, hace 212 años. Su premisa reaparece una y otra vez, "modernizada" de diversas maneras por los mismos que tildan de "superadas" o "anticuadas" otras ideas económicas mucho más recientes. El punto de partida de Malthus, que expone con claridad y sencillez, es: "la capacidad de crecimiento de la población es infinitamente mayor que la capacidad de la tierra para producir alimentos". En el hombre, "la consecuencia absolutamente necesaria es la miseria y el vicio". Esto es en síntesis todo lo que tienen los maltusianos: una "ley natural" con la que cubiletean desde hace dos siglos y que en algunos casos complican hasta hacerla incomprensible. Si la naturaleza demora su trabajo, se la puede ayudar con "vacunas". Mientras subsistan los intereses que se expresan en la teoría, ésta no morirá. Por eso vive el "controlismo" que implica el control del Sur por el Norte, como del Este por el Oeste antes de la caída del muro de Berlín. La opinión de Gates de que debe "reducirse" la población humana sobre la Tierra, quizá demasiado franca y abierta, puede deberse a cierto aislamiento producido por su entorno, constituido casi únicamente por gente que piensa como él, que retroalimenta sus ideas y que puede pagar los miles de dólares que le cobra a cada uno por escuchar sus conferencias. En esos ambientes, seguramente algo sofocados, Gates reveló su entusiasmo: "me encantan las vacunas" (porque permiten actuar con eficacia, economía y discreción). Comparte esa preocupación "humanitaria" con otros multimillonarios que sueñan con un mundo de pocos, ricos y generosos como ellos. Entre esas personas están Ted Turner, fundador de la cadena informativa CNN y Warren Buffett, accionista de la Coca Cola entre muchas otras cosas. Gates tiene unos 65.000 millones de dólares y los otros son algo más humildes. No solo coinciden en que la vida es buena con muchos dólares, sino en que compartirlos con muchos es malo: la superpoblación es el peor flagelo de toda la historia. Turner ofreció una donación de mil millones de dólares a la ONU para financiar programas de control natal. Esos fondos llegaron a Bangladesh con el fin de promover la anticoncepción, la esterilización y aborto entre las adolescentes; a Honduras para similares fines en hospitales públicos y a la lucha contra el Sida y la planificación familiar, y para la educación sexual en Mozambique. Turner propugna la adopción universal de la política china del hijo único y busca y encuentra métodos para evitar la reproducción entre refugiados en América Central y el Africa. Además de tales propósitos maltusianos, que parecen haberle sorbido el seso, Turner tiene que luchar contra los más y los menos de sus crisis maníaco depresivas, una psicosis conocida ahora como "sindrome bipolar". La OMS salió a defenderse
En una nota divulgada en su sitio web, fechada en Ginebra en julio pasado, cuando la gripe "A" era historia pero los reproches duro presente, la Organización Mundial de la Salud salió a defenderse. En forma de preguntas y respuestas, a modo de entrevista, la nota asegura que nunca exageró la amenaza de la pandemia y cita declaraciones de su directora general, Margaret Chan, que aluden a una gravedad moderada, número bajo de muertes e inexistencia de previsiones de aumento "súbito y espectacular de casos graves y letales". Por otra parte, a la pregunta crucial de que si se intentó beneficiar a la industria (farmacéutica, no la menciona) la respuesta es categórica: No. Con estas tersas explicaciones: "las acusaciones de que la OMS declaró la pandemia para multiplicar los beneficios de la industria (farmacéutica) guardan relación con las prácticas seguidas por la OMS para recabar el asesoramiento de expertos y con la forma de manejar las declaraciones de intereses realizadas por esos expertos. Investigaciones recientes no han aportado prueba alguna de que se hayan cometido infracciones". Todo el escrito está muy limado y pulido, quizá para no ofrecer ni por error prueba alguna de "infracciones" o algo más. Sin duda, ante la acusación de organizaciones europeas decidieron que algo había que decir en una reunión donde cada cual aportó lo suyo al texto policéfalo, que como suele suceder en estos casos quedó desvaído, nada comprometido, exangüe, vaporoso y suave más de lo que conviene. Es decir, si había sospechas más las confirma que las aparta. En el caso de otra pandemia o de cualquier cosa que pueda en adelante decir la OMS, cada cual sabrá si debe creerle como solía.
Fuente: AIM | 
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